05 Sep Las especies invasoras, claves en el 60% de las extinciones de plantas y animales
Según un nuevo informe, originan costos por más de 423.000 millones de dólares anuales. Alertan sobre la necesidad de monitorear y controlar su propagación
El jabalí (Sus scrofa) es originario del norte de África, pero alrededor de 1905 Pedro Lauro lo introdujo en la Argentina para incorporarlo a sus cotos de caza. Según los registros de la época, en un primer momento, lo instalaron en terrenos ubicados en La Pampa. Con el tiempo, su población creció, empezó a dispersarse y llegó a Neuquén, donde se transformó en una plaga difícil de controlar.
El conejo europeo (Oryctolagus cuniculus) también se introdujo con fines de caza y luego se convirtió en motivo de preocupación importante por el daño que ocasiona a los cultivos y la erosión del suelo.
Algo similar ocurrió con la carpa común (Cyprinus carpio). Llegó desde el Danubio en el Siglo XIX. En la actualidad se encuentra en 119 hábitats naturales y en 49 de origen artificial, y fue incluida dentro del listado de las 100 especies exóticas más dañinas del mundo. Por su voraz apetito, altera la dinámica natural de las lagunas, desencadena efectos vinculados con la eliminación de la vegetación acuática, provoca aumentos de la turbidez del agua y fomenta la eutrofización (exceso de nutrientes que promueve la proliferación de algas y agota el oxígeno). Además es una especie hospedadora de parásitos.
Estos son solo tres ejemplos de lo que puede ocurrir cuando una especie se introduce en un ecosistema que no es el que le tiene reservado la naturaleza, pero los casos se cuentan en decenas de miles y se vienen multiplicaron de forma asombrosa en las últimas décadas; entre otras cosas, por el comercio internacional y la movilidad de las personas.
Y no solo se trata de vertebrados, sino también de plantas e insectos. El impacto de este fenómeno es enorme en múltiples aspectos que analiza el informe Evaluación sobre las especies exóticas invasoras y su control, aprobado el sábado pasado en Bonn (Alemania) por representantes de los 143 Estados miembros de la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios Ecosistémicos (Ipbes, según sus siglas en inglés, conocida también como “el IPCC de la biodiversidad”). En el trabajo, elaborado por 86 expertos de 49 países durante más de cuatro años y medio, se estima que el costo económico mundial ocasionado por especies exóticas invasoras superó los 423 000 millones de dólares anuales. Es más, este número, afirman, viene cuadruplicándose cada década desde 1970.
En 2019, el organismo ya había elaborado un informe en el que concluía que las especies exóticas invasoras son uno de los cinco principales impulsores de la pérdida de biodiversidad, junto con los cambios en el uso de la tierra y del mar, la explotación directa de los organismos, el cambio climático y la contaminación. A partir de allí, los gobiernos le solicitaron un análisis de las mejores evidencias disponibles y opciones de políticas públicas para enfrentar el desafío. El estudio que se presenta hoy en Alemania se considera la evaluación más exhaustiva sobre el tema jamás realizada. Se basa en más de 13.000 referencias, e incluye contribuciones de pueblos indígenas y comunidades locales.
«Las especies invasoras son organismos exóticos que por algún medio arribaron a un nuevo territorio y lo colonizaron, muchas veces compitiendo con especies autóctonas o alimentándose de ellas, con casos extremos de extinción de estas últimas –explica Pablo Penchaszadeh, biólogo argentino del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, que acaba de recibir en Malasia el premio internacional Carlo Heip en Biodiversidad Marina–. El ser humano ha sido un gran propagador de especies por todo el mundo, transportando semillas y animales en sus rutas de migración y dispersión desde la antigüedad. Sin embargo, con el aumento de la colonización y el comercio internacional se propagaron una cantidad enorme de especies de manera no intencionada, lo que pone en peligro la biodiversidad de vastos ecosistemas. La Argentina no escapa a este fenómeno. Todos los sistemas naturales, sean terrestres o acuáticos están siendo afectados por especies invasoras. En el ambiente terrestre conocemos una enorme cantidad, entre las cuales figuran malezas y animales, como la rata y los castores».
Penchaszadeh cuenta que uno de los casos más conocidos es el del mejillón dorado que, junto con una enorme cantidad de organismos, llegó casi con seguridad con el agua de lastre de las grandes embarcaciones (la que se usa para llenar las cisternas de los barcos para lograr la flotabilidad y asegurar la navegación cuando no llevan carga). Este molusco es originario del Sudeste asiático. Llegó al Río de la Plata hace unos 30 años, colonizó toda la cuenca del Plata y afecta también la cuenca del Guaíba en Brasil, subiendo por los ríos a un ritmo de unos 250 Km por año.
«Los daños de este mejillón incluyen el taponamiento de tomas de agua y vaciado, la obturación del sistema de retención y drenaje de plantas hidroeléctricas como Yacyretá, y un cambio en la composición y abundancia de otros organismos autóctonos, con alteraciones del ecosistema global de los cauces de agua dulce –comenta el científico–. Este es un ejemplo de introducción involuntaria, que se suma a las que se hacen para su cultivo, como por ejemplo truchas y salmones. Tenemos en la Argentina también múltiples especies marinas invasoras; entre ellas, algas e invertebrados como ostras, caracoles y cangrejos».
«Las especies exóticas invasoras suponen una grave amenaza para la biodiversidad y pueden causar daños irreversibles en la naturaleza, incluida la extinción de otras en escala local y mundial, además de amenazar el bienestar humano», afirma en un comunicado la catedrática Helen Roy, del Reino Unido, copresidenta de la comisión junto con Aníbal Pauchard, de Chile y Peter Stoett, de Canadá.
No todas las especies exóticas se convierten en invasoras. Se denomina así a un subconjunto de las mismas que se establecieron y propagaron, y que provocan impactos negativos en la naturaleza y las personas. Se sabe que, de los exóticos, alrededor del 6% de las plantas, el 22% de los invertebrados, el 14% de los vertebrados y el 11% de los microbios son invasores. Esto representa riesgos importantes tanto para la naturaleza como para las personas. Los más afectados son los pueblos indígenas y las comunidades locales. Se estima que más de 2300 de las mismas se encuentran en sus tierras.
“Las especies exóticas invasoras fueron un factor determinante en el 60% y el único impulsor del 16% de las extinciones mundiales de animales y plantas que registramos, y al menos 218 especies fueron responsables de más de 1200 extinciones locales. De hecho, el 85% de los efectos de las invasiones biológicas sobre las especies autóctonas son negativos«, destaca Pauchard, según el comunicado de prensa del Ipbes. Ejemplos de estos impactos son las formas en las que los castores norteamericanos (Castor canadensis) y las ostras del Pacífico (Magallana gigas) alteran los ecosistemas y transforman los hábitats, lo que acarrea graves consecuencias para las especies autóctonas.
Casi el 80% de los impactos documentados de las especies exóticas invasoras sobre las contribuciones de la naturaleza a las personas son también negativos; en especial, porque dañan el suministro de alimentos. Es lo que ocurre con el cangrejo verde europeo (Carcinus maenas) y los bancos comerciales de marisco en Nueva Inglaterra y el daño provocado por el mejillón de agua dulce (Mytilopsis sallei) en los recursos pesqueros de la India. También afectan la calidad de vida de las personas, ya que muchas veces transmiten enfermedades, como la malaria o el dengue.
Las especies invasoras además perjudican los medios de subsistencia, como ocurrió en el lago Victoria, donde la pesca descendió debido al agotamiento de la tilapia como resultado de la propagación del jacinto de agua (Pontederia crassipes), que es la especie exótica invasora terrestre más extendida del mundo.
De acuerdo con este informe, América es uno de los continentes más afectados, con el 34 % de los impactos negativos de invasiones biológicas; en Europa y Asia central se registra el 31 %; en Asia y el Pacífico, el 25%, y en África, alrededor del 7 %. Ni siquiera se libra la Antártida.
La mayoría de los impactos negativos se registraron en el medio terrestre (alrededor del 75 %), especialmente en bosques, zonas arboladas y zonas cultivadas, y un número mucho menor en hábitats de agua dulce (14 %) y marinos (10 %). En más del 25% de las islas, el número de plantas exóticas supera ya al de plantas autóctonas.
Según Roy, en la actualidad se conocen 37.000 especies exóticas, de las cuales el 37% se detectaron desde 1970. Pero lo peor está por venir: se anticipa que las especies exóticas y sus efectos negativos seguirán en aumento.
“Es probable que la aceleración de la economía mundial, la intensificación y expansión de los cambios en el uso de la tierra y del mar, así como los cambios demográficos, provocarán un aumento de las especies exóticas invasoras en todo el mundo. Incluso sin nuevas introducciones, las ya establecidas continuarán ampliando sus áreas de distribución y se extenderán a nuevos países y regiones. Y el cambio climático empeorará todavía más la situación», afirman los expertos en el comunicado.
La buena noticia es que esto puede evitarse a través de una gestión eficaz. “La prevención es, sin duda alguna, la mejor opción y la más rentable, pero la erradicación, la contención y el control también son eficaces en contextos específicos –enfatiza Pauchard–. También se puede actuar sobre la restauración y la resistencia de ecosistemas”.
Algunas de las medidas recomendadas son la bioseguridad fronteriza, los controles estrictos de las importaciones, la detección temprana y la respuesta rápida.
“Uno de los mensajes más importantes del informe es que es posible lograr avances ambiciosos en la lucha contra las especies exóticas invasoras –subraya Stoett–. Lo que se necesita es un planteamiento integrado específico para cada contexto, entre diferentes países y dentro de un mismo país, así como entre los distintos sectores involucrados”.
Los gobiernos del mundo acordaron a fines del año pasado disminuir por lo menos un 50% la introducción y el establecimiento de especies exóticas invasoras para 2030. «Este es un problema real y muy grande, pero podemos ser ambiciosos y controlarlo siendo individual y socialmente cuidadosos y responsables«, dicen los autores.
Fuente: el Destape Web
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